¿QUÉ VEN LAS AVES CUANDO VEN?


Los pájaros ven muchos más colores que los humanos y son capaces de ver muchos más colores de los que tienen en su plumaje. Las aves tienen conos de color adicionales en su retina que son sensibles a la gama ultravioleta para que puedan ver colores que son "invisibles".


Un águila puede divisar a una liebre a más de 3 Km. de distancia, y si no fuera por la curvatura de la Tierra, un halcón sacre podría ver a más de 10 Km. de distancia. Los búhos ven 10 veces mejor en la oscuridad, y una perdiz puede ver por completo un estadio de fútbol, sin necesidad de mover para nada su cabeza.


La sensibilidad de las aves al geomagnetismo es lo que les permite guiarse por largas distancias con un extraordinario sentido de la orientación. La incidencia sobre los electrones presentes en los iones más inestables de la retina podría generar una respuesta química que señalara a los pájaros hacia dónde dirigirse. Esto sería posible gracias al efecto Zeno cuántico, que permitiría que el tiempo de incidencia de dicho campo magnético fuera suficiente como para afectar a los iones y determinar la señal química necesaria. De esta forma se explicaría la capacidad de las aves para formar sus propios mapas de regiones enteras.


Las aves tienen un sistema visual altamente desarrollado y son tetracromáticas. Tienen en la retina conos sensibles a la luz ultravioleta, además de las sensibles al verde, rojo y azul. La luz ultravioleta se usa en la detección del alimento y el cortejo; para detectar rastros o para percibir manchas en el plumaje de otras aves. La mayoría de las aves no pueden mover sus ojos, pero algunas pueden llegar a girar la cabeza en un rango de 250°. Las aves con ojos a los lados de la cabeza tienen un amplio campo visual, mientras que las que tienen los ojos al frente, como los búhos, tienen visión binocular.


Según algunos experimentos las aves percibirían las líneas magnéticas de la Tierra con su ojo derecho y las convierten en imágenes magnéticas. La presencia de campos magnéticos afecta el tiempo que toma a los pares radicales de moléculas en revertirse a su estado inactivo. Las aves tienen móleculas en sus retinas que se activan cuando reciben luz azul. Las imágenes visuales como las magnéticas involucran variaciones en la luz y sombra, y tienden a tener líneas con bordes más definidos, mientras que las imágenes magnéticas cambian más gradualmente de la luz a oscuridad. Este sombreado cambia según el ave mueve la cabeza.

Una molécula llamada criptocromo, se encuentra en las células sensibles a la luz de la retina de las aves. Cuando el criptocromo es golpeado por la luz, cambia a un estado activo en el que tiene un electrón no apareado. Estas partículas  están normalmente en parejas, pero aquí están solas. Los campos magnéticos actúan sobre los electrones no apareados y determina el tiempo que tarda el par radical para volver a su estado normal, inactivo. Como los campos magnéticos afectan al par radical indirectamente afectan a la retina que los contiene.

El resultado es que los campos magnéticos ponen un filtro de manchas claras u oscuras sobre lo que normalmente ve un ave. Estos parches cambian a medida que  vuelve e inclina la cabeza, dotándole de una brújula visual hecha de contraste de sombras. Otras aves tienen pequeños cristales de magnetita en el pico. Este mineral rico en hierro magnético podría proporcionar más pistas acerca de los campos magnético que las rodean, especialmente en la oscuridad. Un estudio anterior había mostrado que los reptiles también perciben los campos magnéticos pero lo hacen con un “tercer ojo”, u ojo parietal.