Desde hace siglos, casi al finalizar el año, la
cultura occidental y en especial la cristiana, celebra el nacimiento de Jesús en
la tierra. A este acontecimiento se le llama Navidad. Por ello se realizan diversas actividades y ritos, donde se comparte con la familia, los seres queridos y la comunidad
creyente. Por la tradición de la entrega de regalos, en nuestros países es muy
esperado sobre todo por l@s más pequeñ@s.
Navidad proviene del latin nativitas,
que significa nacimiento y es celebrada el 25 de diciembre por la Iglesia
católica y por otras religiones en el mundo. Los angloparlantes utilizan el término
Christmas, cuyo significado es ‘misa (mass) de Cristo’. En algunas lenguas
germánicas, como el alemán, la fiesta se denomina Weihnachten, que significa
‘noche de bendición’.
El 21 de diciembre se celebra también
el Solsticio, que deriva del latín sol (‘Sol’) y sístere (‘permanecer quieto’)
y corresponde al instante en que el hemisferio sur está más cerca del sol y en
el hemisferio norte está más lejos. En tiempos del Imperio Romano el 25 de
diciembre se celebraba el "Natalis Solis Invicti" o "Nacimiento
del Sol invicto", asociada al nacimiento de Apolo y considerado como día
del solsticio de invierno. En muchas culturas del mundo se reconoce como un
período de renovación y re-nacimiento, con reuniones, rituales u otras
celebraciones. La fiesta cristiana de la navidad parece haber sido trasladada
hacia el año 330, en tiempos de Constantino (306-337), al 25 de diciembre. Con
ello se quería significar a Cristo como el verdadero Sol invictus, (Dies
Natalis Solis Invicti) cuando la luz del día aumentaba después del solsticio de
invierno en el hemisferio norte, en alusión al "renacimiento" del sol
que se celebraba desde el 22 al 25 de diciembre.
En el imperio romano la celebración
del “Sol Invicto” se hacía en una fiesta llamada Saturnalia, en honor a Saturno,
dios de la agricultura. Se realizaba en la finalización de los trabajos del
campo, celebrada tras la conclusión de la siembra de invierno, cuando el ritmo
de las estaciones dejaba a toda la familia campesina, incluidos los esclavos
domésticos, tiempo para descansar. Se posponían todos los negocios y guerras,
había intercambio de regalos, y liberación temporal de esclavos. Era Navidad y
Carnaval a un mismo tiempo. Las primeras se celebraban del 17 al 23 de
diciembre, a la luz de velas y antorchas, por el nacimiento del nuevo período
de luz, nacimiento del Sol Invictus, el 25 de diciembre, coincidiendo con la
entrada del Sol en el signo de Capricornio.
Los germanos y escandinavos celebraban
el 26 de diciembre el nacimiento de Frey, dios nórdico del sol naciente, la
lluvia y la fertilidad. En esas fiestas adornaban un árbol perenne, que
representaba al Yggdrasil o árbol del Universo, costumbre que se transformó en
el árbol de Navidad, cuando llegó el Cristianismo al Norte de Europa.
Los mexicas celebraban durante el
invierno, el advenimiento de Huitzilopochtli, dios del sol y de la guerra, en
el mes Panquetzaliztli, que equivaldría aproximadamente al período del 7 al 26
de diciembre de nuestro calendario.
Los incas celebran el renacimiento de
Inti o el dios Sol, en la fiesta llamada Cápac Raymi o Fiesta del sol poderoso
que por su extensión también abarcaba y daba nombre al mes, por ende este era
el primer mes del calendario inca. Esta fiesta era la contraparte del Inti
Raymi de junio. En el solsticio de verano austral el Sol alcanza su mayor poder
(es viejo) y muere, pero vuelve a nacer para alcanzar su madurez en junio,
luego declina hasta diciembre, y así se completa el ciclo de vida del Sol. Esta
fiesta tenía una connotación de nacimiento, pues se realizaba una ceremonia de
iniciación en la vida adulta de los varones jóvenes del imperio, dicha
iniciación era conocida como Warachikuy.
Según la astrología, ciencia que
estudia los astros y su relación con las energías humanas, junto con entrar en
la Constelación de Capricornio, con este Solsticio hemos ingresado a la Era de
Acuario, que es una de las doce eras astrológicas, en que la consciencia
Universal tendrá su propio propósito, es decir, una apertura mayor para el
desarrollo humano y espiritual.
gm!