Los árboles son seres que habitan
nuestro planeta y permiten la vida en él. Se les representa como los pulmones
que oxigenan la existencia que habitamos. Su reino lo conforman miles de
representantes y especies, generando un equilibrio en la atmósfera terrestre,
caracterizado según su origen, evolución y entorno. Crean ecosistemas, bosques,
cursos de agua, habitad para otras especies y organismos vivos, entregan
frutos, semillas, maderas, sombras, viento, humedad, oxigeno, nutrientes, y una infinita entrega de
amor.
Son los seres vivos más longevos y
grandes del planeta. Algunos árboles como las Secuoyas pueden llegar a vivir cerca de 3.000 años y
elevarse por sobre los 100 metros de alto. Así también hay algunas
especies como los Baobabs que pueden tener
casi 15 metros de diámetro en su tronco, y algunos como el Ahuehuete o Árbol de
Tule, son tan especiales como símbolo y tesoro de la comunidad de Santa María en
Oaxaca, México.
Los árboles están formados por tres
partes: la raíz, el tronco y la copa. Los dos primeros elementos son los que
diferencian, fundamentalmente, a un árbol de un arbusto. Los arbustos son más
pequeños y no tienen un único tallo sino que están formados por varios, aunque algunas
especies se pueden desarrollar como árboles pequeños o como arbustos, dependiendo
de las circunstancias medioambientales.
A través de las hojas el árbol realiza
la fotosíntesis y puede por lo tanto alimentarse. Las raíces absorben el agua
con minerales disueltos en ella. Suben por el tronco hasta las hojas. Allí
reaccionan con el carbono procedente del anhídrido carbónico y forman azúcares.
Luego el azúcar se transforma en celulosa, que es la materia prima de la
madera. La hoja tiene una parte superior (haz) y otra inferior (envés), en el
que se encuentran los estomas, pequeñas
aberturas por las que penetra el anhídrido carbónico y por los que sale el agua
sobrante y el oxígeno.
Las hojas pueden tener una varias
formas (aovada, acorazonada, sagitadas, reniformes, lanceoladas, etc.) o bien
ser recortada, lobulada, con entrantes más o menos marcados. El borde de la
hoja (borde foliar) también es un elemento de distinción, pues puede ser entero
(liso), crenado, dentado (con pequeños picos), aserrado y doble aserrado (como
dientes de sierra), sinuado y lobulado; además, el borde puede ser espinoso
(con espinas en el borde, como en el borde dentado punzante).
Los primeros árboles habrían hecho su
aparición hace 380 millones de años atrás, cuando los animales vertebrados
apenas comenzaban a colonizar las tierras emergidas. Esos árboles, del género
Wattieza, en las zonas correspondientes
a América, fueron las que probablemente enriquecieron la atmósfera con oxígeno
producido mediante la fotosíntesis favoreciendo el desarrollo de especies
superiores de animales fuera de los mares. Los árboles más antiguos eran
helechos arborescentes, equisetáceas y licofitas, que crecieron en bosques en
el período carbonífero; aún sobreviven helechos arborescentes, pero las únicas
equisetáceas y licofitas que quedan no tienen forma de árbol. Más tarde, en el
período Triásico, aparecieron las coníferas, los ginkgos, las cícadas y otras
gimnospermas, y posteriormente las plantas con flor en el período Cretático. La
mayor parte de las especies actuales son plantas con flor (angiospermas) y
coníferas.
En diversas culturas el árbol se ha
considerado sagrado. Es el eje entre los mundos inferior, terrestre y celeste, representada
muchas veces como árbol de la vida. El Árbol sagrado es aquel que tiene un
significado especial, de carácter religioso, para una comunidad, tanto como
especie y/o como individuo. Algunos pueblos consideran sagrada una especie
determinada; de ese modo, los africanos adoran el Baobab, como los celtas
adoraban el roble. En cambio, algunas comunidades eligen un ejemplar
determinado, como el Ahuehuete de Oaxaca, en México, o el espino de Glastonbury,
en Inglaterra.
El árbol de la vida está presente en
el arte de los pueblos orientales; el Hom tiene un sentido cósmico y está
situado en el centro del Universo y se mueve con la idea del dios creador. Los
budistas, hinduistas y jaimistas consideran sagrada la Higuera bajo la cual,
creen, Buda alcanzó el nirvana. Yggdrasil es el árbol mítico de los nórdicos, que
consideraban el "árbol de la vida", o "fresno del
universo". Los sajones tenían también un árbol sagrado, Irminsul. Los
árboles sagrados mitológicos, como el roble de Thor o el ciprés de Kashmar, e
incluso otras especies consideradas han sido reconocidas como fuentes de
inmortalidad, como el Melocotón en China o el Manzano en la antigua Grecia. En
la mitología grecorromana, distintos tipos de árboles y otras plantas han sido
consagrados a diferentes divinidades; El haya y la encina estaban consagradas a
Júpiter; El pino estaba consagrado a Cibeles; el olivo se consagraba a Minerva;
El laurel, a Apolo; El mirto y el loto, a Venus.
El Ahuehuete: es una especie de ciprés
de río que vive miles de años en México, donde se considera árbol nacional. Hay
varios famosos, aunque el más importante es el que se conoce como Árbol del
Tule, en Oaxaca, de unos dos mil años de edad y casi 10 metros de diámetro en
en su tronco. La Ceiba: es el árbol sagrado de los mayas, que unía el mundo
subterráneo de Xibalba con el mundo de los vivos y situaba una en cada uno de
los cuatro puntos cardinales. En la santería, su orisha es Iroko. También es
sagrada para los abakuás, una cofradía cubana formada por descendientes de
esclavos de Nigeria, de la tradición yoruba.
Dicen que en el bosque austral cada
especie tiene un espíritu guardián que reside en ella y la protege. Por eso el
aborigen, antes de cortar la más pequeña rama o recoger un fruto, deberá pedir
permiso a su invisible “señor”. Los dueños de los árboles más venerados y
propiciados con ofrendas materiales son los del canelo, del maitén, del boldo,
y el pehuén. Cada uno tiene su rango divino, y el aura mítica lo envuelve a los
ojos azorados de las personas, que saben por tradición que si al árbol sagrado
se le respeta y cuida, este garantiza la abundancia en ganados y cosechas y
quien come los frutos de los árboles sagrados vivirá muchos años. Al recoger la
cosecha debe solicitarse permiso al
árbol y obsequiarle con tributos.
El Canelo en la cultura Mapuche tiene
carácter sagrado y es el símbolo de la machi. Suele haber uno plantado junto al
Rehue durante las ceremonias llamadas Guillatún y machitún, donde se utiliza
una de sus ramas para lanzar parte de las ofrendas líquidas y en la cultura
tradicional Huilliche, el árbol sagrado es el laurel. Así también fundamental
para esta cultura es la Araucaria a la que se le atribuyen propiedades mágicas.
Nativa de la Cordillera de los Andes, es una tremenda
gigante que puede superar los 50 metros de alto, con un diámetro en la parte
más gruesa con más de tres metros, y que puede vivir más de mil quinientos
años. Se cuenta que bajo su sombra no se puede mentir o hacer promesas vanas,
porque la amenaza de castigo es terrible. Bajo su sombra se celebran las
ceremonias de bodas donde reciben la bendición del mítico árbol sagrado, que
les asegurará una feliz unión, y será fecunda si el primer encuentro entre los
esposos se realiza bajo las ramas protectoras de la especie sagrada.
Tiene vida
espiritual y se le reconocen virtudes,
medicinales, alucinógenas ó divinas, mediante contactos y relaciones
especiales. La Araucaria se encuentra protegida y está prohibido su corte,
produce unas piñas en cuyo interior se encierran los piñones, que son
comestibles de alto valor nutritivo y es utilizado para hacer pan, licores,
vino y guisados, harinas para cocer o tostar. En los árboles podemos encontrar
un mundo por descubrir, investiga más sobre ellos y comparte su inmensa
sabiduría.
Vuestras músicas vienen del alma de
los pájaros,
de los ojos de Dios,
de la pasión perfecta.
¡Arboles!
¿Conocerán vuestras raíces toscas
mi corazón en tierra?
Federico García Lorca.
Vea
aquí algunos interesantes videos sobre los árboles: